La colonización de Europa

 

 

Foto: Jordi Mestre/IPHES

Desde hace unos días, la prehistoria europea tiene un nuevo foco de atención. El diente hallado en el yacimiento de Barranco León, en la cuenca de Guadix-Baza (Granada), ha sido protagonista de la sección de ciencias de algunos medios de comunicación. Este diente fósil ha sido una buena excusa para que todos los especialistas volvieran a mirar hacia un lugar de enorme importancia para el estudio del Cuaternario, pero plagado de luces y de sombras. Para muchos (entre los que me cuento) la Cuenca de Guadix-Baza y sus yacimientos más emblemáticos (Barranco León, Fuente Nueva y Venta Micena) representa el conjunto más importante de Europa para las investigaciones sobre los primeros estadios de la evolución humana de nuestro continente. Para otros, se trata de un lugar maldito, donde se ha escrito una de la páginas más truculentas y absurdas del ámbito científico dedicado al estudio de nuestros orígenes. Remito al lector a rebuscar en internet docenas de entradas sobre los fósiles de Orce, que le permitirán conocer el entramado de la triste historia de este lugar y de sus protagonistas. Una historia que comenzó allá por los primeros años ochenta del siglo pasado y cuyos rescoldos amenazan aún la posibilidad de restaurar de manera definitiva la credibilidad internacional de unos yacimientos extraordinarios.

Con nostalgia recuerdo mis primeros pasos como aprendiz de científico. En el año 1982 aún no pertenecía al Equipo Investigador de Atapuerca, cuando se produjo la noticia de un hallazgo espectacular en el yacimiento de Venta Micena. El descubrimiento de un posible resto humano en este lugar supuso una salto cualitativo de primera magnitud en la historia de la primera colonización de Europa. La mandíbula de Mauer, que durante casi ochenta años había ostentado la primacía de ser el fósil humano más antiguo de Europa (aproximadamente 600.000 años), quedó empequeñecida ante la antigüedad del resto de Orce. El yacimiento de Venta Micena podía superar el millón y medio de años.

Lo que sucedió después ha sido recogido en numerosos textos científicos y de divulgación, tanto por los protagonistas antagónicos de la polémica suscitada a raíz del estudio de aquel resto como por docenas de personas ajenas al debate científico y técnico de dicho estudio. Es más, por parte de unos y otros, el complejo de yacimientos de Atapuerca fue como un espejo en el que había que mirarse. La mediación en el problema con la mejor de las intenciones de mi mentor y primer director de los yacimientos de Atapuerca, el Profesor Emiliano Aguirre, fue quizá el desencadenante de una situación muy incómoda para todos. A partir de entonces, muchos se empeñaron en comparar Orce y Atapuerca como yacimientos rivales, que intentaban por todos los medios batir registros de antigüedad e importancia. Por fortuna, quienes nos conocen bien a unos y otros saben que esa presunta rivalidad no existe y que fue diseñada con una finalidad concreta. La sierra de Atapuerca tiene sus maravillosos tesoros científicos y la Cuenca de Guadix-Baza los suyos. Es más, la información sobre el Pleistoceno Inferior es mucho más completa en Orce, mientras que el final de este período y el Pleistoceno Medio tienen una riqueza extraordinaria en Atapuerca. Si sumamos el potencial de los dos yacimientos podemos decir que estamos ante uno de los conjuntos más importantes del mundo para el estudio de la evolución humana.

Pero vayamos al presente, pasando página y colocando cada cosa en su lugar. El trabajo que se acaba de publicar sobre el yacimiento de Barranco León contiene un resumen de cuanto se conoce sobre este yacimiento. Está firmado por un buen número de científicos, entre los que nos encontramos algunos de los componentes del Equipo Investigador de Atapuerca. A muchos les ha llamado la atención este hecho ¿Cuál es la razón de su sorpresa? Se trata simplemente de una colaboración entre científicos españoles, que aspiramos a conocer mejor la realidad de nuestros orígenes. La Ciencia tiene que ser objetiva y solo persigue conocer describir y entender la realidad. Los científicos, como los demás seres humanos, somos quienes nos empeñamos en desvirtuar los ideales que deben de presidir nuestro trabajo.

El nivel D del yacimiento de Barranco León ha proporcionado más de 1.200 herramientas de sílex y cuarcita, centenares de restos de al menos catorce especies de grandes vertebrados ya extinguidos y de fósiles pequeños mamíferos, claves en la determinación de la antigüedad de este sitio. Las dataciones se han realizado mediante una variante del método del ESR (barrido de resonancia electrónica), que se basa en la radioactividad del aluminio y el titanio contenido en los granos de cuarzo. Cuando los granos de cuarzo se estimulan con haces de luz, podemos medir el tiempo que estos elemento han estado enterrados sin recibir la luz solar. Este método todavía se está perfeccionando y los resultados obtenidos varían entre 1,02 y 1,73 millones de años. Demasiado margen entre la cifra más vieja y la más reciente. Es por ello que los revisores anónimos del trabajo han puesto muchas objeciones a las conclusiones y en particular a la más importante ¿Realmente estamos ante las evidencias más antiguas de la presencia humana en Europa? No olvidemos que la mandíbula humana hallada en el yacimiento de la cueva de la Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca ha sido datada en aproximadamente 1,2 millones de años.

Por fortuna, el yacimiento de Barranco León cuenta con otras evidencias para aproximarse a su verdadera edad geológica. Las especies de mamíferos de gran tamaño nos hablan de esa antigüedad. Es más, la ausencia de algunas especies también es significativa. En particular, los jabalíes desparecieron de Europa hace 1,7 millones de años y no volverían a pisar estas tierras hasta hace 1,2 millones años. En Barranco León no hay ni rastro de estos animales. Pero los datos más convincentes proceden del estudio de los fósiles de varias especies de ratones. Los expertos en el estudio de estos pequeños roedores son capaces de determinar si una especie es más antigua que otra. No tienen datos numéricos, pero si dataciones relativas. Y los ratones de Barranco León parecen más antiguos que los de la Sima del Elefante. Hace 1,4 millones de años, un niño o una niña mudó uno de sus dientes de leche y la fortuna quiso que se conservase hasta el presente. Ese dato y los varios cientos de herramientas halladas en el yacimiento de Barranco León permiten llevar hacia atrás la fecha de la primera presencia de seres humanos en Europa occidental.

Algunos yacimientos europeos, como los de Pont-de-Lavaud y Lézignan-la-Cèbe, en Francia, o Pirro Nord, en Italia, anuncian dataciones aún más antiguas para las herramientas de piedra halladas en ellos. Pero los datos aún no convencen a la comunidad científica. Con todo ello, la entrada de los primeros colonizadores europeos posiblemente irá retrocediendo, cuando menos hasta 1,5-1,6 millones de años. Es cuestión de paciencia y saber esperar. El registro fósil de homininos es muy escaso en esta época, tal vez porque los humanos de entonces vivían al aire libre y apenas visitaban las cuevas. La probabilidad de que los restos óseos de los homininos se conserven en campo abierto es muy baja. Pero todo llegará. Algún día aparecerán esos restos y la Cuenca de Guadix-Baza tiene muchas papeletas. Entonces sabremos si Homo antecessor fue la primera especie en pisar tierras europeas, o si los especialistas tendrán que buscar nuevos nombres para describir especies humanas diferentes.

 

4 pensamientos en “La colonización de Europa

  1. “Remito al lector a rebuscar en internet docenas de entradas sobre los fósiles de Orce, que le permitirán conocer el entramado de la triste historia de este lugar y de sus protagonistas.” No es el sitio más apropiado, mejor será buscar en publicaciones científicas y libros publicados sobre el tema, son más fiables.
    Usted se ha hecho partícipe y protagonista de esta historia al firmar un artículo en el que se ignora cualquier vestigio de los inicios de estas excavaciones, ¿por qué no citan el molar hallado en Barranco León en 1995 y publicado en 1999 ni ningún otro trabajo de Gibert?
    “(…) la triste historia de este lugar y de sus protagonistas”
    Otra visión de la historia hermosísima: La vocación e ilusión de un hombre, José Gibert, que a pesar de ser traicionado por sus colaboradores, que ahora publican sus hallazgos ignorando su trabajo, no se cansa de trabajar hasta morir y ser reconocidos sus descubrimientos.

  2. Interesante blog,que sigo ,veo que se a olvidado una mencion al fallecido paleontologo y compañero de profesion Jose Gibert.
    Por lo demas como e dicho el blog es interesante e instructivo ,que sigire
    saludos

  3. Desde el museo viviente de los Chevrolet huteanmes y apestando alrededor, siento tan certero el comentario. Creo que fue Isaac Asimov quien dijo que la ciencia gana en conocimiento mas deprisa que la sociedad en sabiduria . La lactancia materna es trascendental hasta para la dermatitis atopica, la enfermedad de mayor prevalencia (15-20%) en la edad pediatrica. Pero, no pasa nada, la ciencia nos aporta los inmunomoduladores, pimecrolimus y tacrolimus (con riesgo de neoplasias si no se cumplen los requisitos)Un abrazo caribenho

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