Proyecto Gran Simio-España

Visita de Pedro Pozas al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos


Visita de Pedro Pozas al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos

 

Aunque todo son malos augurios para la continuidad de nuestra especie, mucho se empeñan contra viento y marea en defender la dignidad que aún nos queda. Estamos gestionando de manera pésima las posibilidades que nos ofrece el planeta, incluyendo la sobreexplotación de los recursos; eliminamos de manera consciente o inconsciente todas aquellas especies que estorban la expansión demográfica incontrolada de Homo sapiens; la codicia de unos pocos por acaparar esos recursos resulta en desequilibrios sociales a gran escala; nos empeñamos en destruirnos con armas cada vez más sofisticadas para conseguir poder u obtener aquello que necesitamos para mantener un estatus económico, que está fuera de lógica, etc., etc. etc.

En este sombrío panorama, que solo puede acabar de dos maneras: reequilibrio tras un colapso del modelo o autoextinción, resulta muy edificante que existan personas dispuestas a pelear por causas nobles, casi diría que utópicas. Se podría decir, en sentido figurado, que esas personas se han segregado de la especie, para formar un grupo que utiliza de manera sabia las habilidades cognitivas que se le suponen a Homo sapiens.

Pedro Pozas Terrados es en la actualidad el máximo responsable del Proyecto Gran Simio-España, que comparte con otras actividades en favor de la naturaleza. Ese proyecto persigue dignificar a nuestros primos hermanos (chimpancés, gorilas, orangutanes, y otros primates) con quienes compartimos antecesores comunes y una asombrosa similitud genética. De ellos aún tenemos mucho que aprender, pero sin necesidad de encerrarlos en jaulas, como si de delincuentes se tratara.

En el Museo de la Evolución Humana de Burgos Pedro Pozas y su familia echaron de menos más atención e incluso una sección dedicada a los grandes simios antropoideos. Estoy de acuerdo. Nuestro origen común tendría que formar una parte importante del discurso. La idea merece una consideración para los responsables de este Museo.

 

“Curso Comunicación Social de la Ciencia” en el CENIEH

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“Curso Comunicación Social de  la Ciencia”

 

16-18 de mayo 2013

 

Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH

JUEVES 16 DE MAYO

16:00 Recogida acreditaciones.

16:15 Bienvenida a cargo de D. José F.Merino. Presidente de AUGAC y

D. Alfredo Pérez González. Director del CENIEH.

16:30-17:00 Conferencia inaugural a cargo de D. José Mª Bermúdez de Castro. Coordinador del Programa de Paleobiología de Homínidos del CENIEH y Co-director de los Yacimientos de Atapuerca.

La socialización del conocimiento en el proyecto Atapuerca.

17:00-17:30 Pausa Café.

17:30-18:15 Conferencia a cargo de Dña. Rosario Moreno-Torres.

Directora del Servicio de Documentación y Divulgación Científica. Universidad de Málaga.

La edición de noticias de divulgación científica: un diálogo entre investigadores  y divulgadores.  La experiencia del SEDOC (UMA).

18:15-19:00 Conferencia a cargo de Dña. Mª Amor Barros.

Directora de la UCC+i del CENIEH.

Percepción de la ciencia entre la población infantil. ¿Vocaciones con sesgo de género?

19:00-20:00 Visita guiada al CENIEH.

VIERNES 17 DE MAYO

10:00-11:00 Conferencia a cargo de D. Emiliano Bruner.

Responsable del grupo de Paleoneurología del CENIEH.

Hay vida en la torre de marfil: señales de humo desde un laboratorio de evolución humana

11:00-12:00 Conferencia a cargo de Dña. Esperanza García Molina. Coordinadora y redactora jefa de SINC.

Una agencia de noticias para la ciencia

12:00-12:30 Pausa Café

12:30-14:00 Trabajo por grupos y puesta en común.

16:00-16:45 Conferencia a cargo de Dña. Marie-Agnes Bernardis.

Directora de proyectos de Universcience. Cité des sciences et de l’industrie, Paris.

Gender issues in scientific exhibitions´ production.

16:45-17:30 Conferencia a cargo de Dña. Chitina Moreno-Torres

Community Manager, UCC+i del CENIEH.

Comunicación de la ciencia en la era digital.

17:30-18:15 Conferencia a cargo de D. Antonio Mencía.

Director de comunicación del MEH.

Las redes sociales, de Atapuerca a twitter.

Salida hacia el Museo de la Evolución Humana.

18:30-20:00 Visita guiada al Museo de la Evolución Humana.

SABADO 18 DE MAYO

11:00-14:00 Visita guiada a los yacimientos de la Sierra de Atapuerca.

Organiza: CENIEH y AUGAC

Colabora: FECYT y Banco Santander

 

Inscripciones: www.augac.es

 

Australopithecus sediba

 http://www.sciencemag.org/content/340/6129.cover-expansion

http://www.sciencemag.org/content/340/6129.cover-expansion

 

 

La revista Science acaba de publicar varios trabajos sobre el estudio de diferentes partes anatómicas de los restos de la especie Australopithecus sediba.

Recordemos que la capacidad de observación y el entrenamiento de un niño de 12 años, Matthiew Berger, fue clave el descubrimiento en 2008 de uno de los conjuntos más completo de fósiles humanos africanos en la cueva de Malapa (Sudáfrica). Su padre, Lee Berger es paleoantropólogo de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, y realiza frecuentes exploraciones en el área donde se encuentran los yacimientos más famosos de este país, como Sterkfontein, Swartkrans, Taung, etc. Este área está catalogada por la UNESCO entre los lugares patrimonio de la humanidad. Curiosamente, la herramienta empleada por Lee Berger en sus exploraciones con otros colegas era Earth Google; pero resultó que la habilidad y perspicacia de un niño de 12 años superó a la tecnología.

Una clavícula que sobresalía entre los sedimentos de la cueva de Malapa fue el primer indicio que no escapó a la buena vista y el criterio de Matthiew. A partir de ahí podemos imaginar la enorme alegría y el delirio de los participantes de la expedición. En 2010, la revista Science publicó un artículo con la descripción de dos esqueletos parciales, en el que Berger y sus colaboradores definieron la nueva especie, Australopithecus sedida. Pero todos sabíamos que aún quedaba mucho más por estudiar. Esperábamos con impaciencia los resultados, y no se han hecho esperar. Desde luego, tenemos que felicitar a Lee Berger por haber conseguido la cooperación de tan buenos especialistas y por la rapidez con la que ha conseguido coordinar todos los trabajos. Y a buen seguro que los fósiles de Malapa seguirán proporcionando datos clave para conocer una época todavía muy oscura de la evolución humana.

Mediante el método de los núclidos cosmogénicos se determinó que los fósiles  tienen entre 1,75 y 1,95 millones de años. Este método es relativamente reciente, pero tiene un gran futuro por delante. Por explicarlo de una manera sencilla, ciertos elementos químicos, como el aluminio y berilio contenidos en los granos de cuarzo guardan en su memoria la última vez que fueron iluminado por la luz solar. Los geocronólogos han ideado la manera de que los átomos de estos elementos revelen el tiempo transcurrido desde ese momento hasta que sus electrones son excitados de manera artificial en el laboratorio mediante equipamientos muy complejos. Las últimas dataciones del nivel donde se encontraron los fósiles de Malapa, publicadas un año más tarde, sugieren una antigüedad cercana a los dos millones de años.

Ya sabemos que el nombre en latín “Australopithecus” significa “mono del sur”. La palabra sediba procede de la legua sesotho y significa fuente o manantial. Lee Berger no bautizó a la nueva especie con este nombre por la casualidad de un momento de inspiración, sino con la mayor de las intenciones. Se trata de la especie más reciente de Australopithecus, que coincide en el tiempo con los restos más antiguos atribuidos con seguridad a Homo habilis. Para Berger, esta nueva especie sería un forma intermedia entre Australopithecus africanus, cuyos restos más recientes datan de hace 2,5 millones de años y los primeros representantes del género Homo. De ser cierta esta hipótesis, Australopithecus sediba tendría las claves para determinar los cambios anatómicos producidos en los homininos en su transición hacia el género Homo. Esta cuestión es importante, porque existe una gran vacío en el registro fósil del este de África en el período de entre 2,5 y 2,0 millones de años.

El estudio del aparato locomotor de Australopithecus sediba revela que esta especie no había perdido un ápice de sus capacidades para trepar con enorme facilidad. Su bipedismo, como sucede con el de todos los australopitecinos y los demás ancestros del Plioceno, se combinaba perfectamente con otras formas de desplazamiento por zonas de vegetación cerrada. En su aparato locomotor, esta especie muestra un mosaico de rasgos primitivos del clado que formamos todos los homininos junto a rasgos derivados, que ayudará sin duda a entender la anatomía de otras especies anteriores. Si Australopithecus sediba es el último ancestro del género Homo, queda por averiguar un sinfín de cuestiones ¿Por qué ese ancestro no se ha localizado en el este de África, donde se encuentra la mayor parte del linaje de los homininos?, ¿qué especie fabricó los utensilios hallados en yacimientos de Etiopía, cuya antigüedad se estima en 2,7 millones de años?, ¿tenemos que admitir que la fabricación intencionada de herramientas fue ideada por los australopitecos? Quizá el mayor problema con el que tropieza la hipótesis de Lee Berger es la presencia del género Homo fuera de África (Dmanisi, República de Georgia) en una antigüedad que ya supera la cifra de 1,8 millones de años. La anatomía de los homininos de Dmanisi está relativamente muy avanzada (derivada) con respecto a la que presenta Australopithecus sediba. Si esta especie es el último antecesor del género Homo, la separación de los dos linajes (Australopithecus sediba y Homo) tuvo que suceder probablemente hace más de dos millones y medio de años. Los restos hallados en Malapa serían representantes tardíos del linaje menos evolucionado, que emigró hacia el sur coincidiendo con la primera expansión del género Homo fuera de África. El escenario que se nos plantea con la hipótesis de Berger es ciertamente complejo.

Estas y otras muchas cuestiones se irán respondiendo en los próximos años. De momento, tenemos que felicitarnos por disponer de un conjunto de fósiles tan numeroso y bien conservado, en el que se cuenta con partes óseas poco comunes en el registro fósil de los antecesores del género Homo. Poco a poco iremos digiriendo una información tan abrumadora.

El Corredor Levantino

 

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Foto fuente: http://cercadeella.blogspot.com.es/

El suroeste de Asia, más conocido como el Oriente Próximo, es un área clave en la evolución humana. Todos los días tenemos noticias dedicadas a los interminables conflictos bélicos que asolan aquella región del planeta. La arqueología y las fuentes escritas nos hablan de grandes civilizaciones y de sus influencias en el devenir histórico del occidente de Europa, de sus riquezas materiales y culturales, pero también de sus luchas territoriales que parecen no tener fin. Varias de las religiones más influyentes tiene su origen esta región. Nada es casual.

Aunque el Oriente Próximo comprende territorios de varios países unidos por una historia común, el llamado Corredor Levantino ha jugado un papel esencial durante miles de años en la evolución del género Homo y de nuestra propia especie. El Corredor Levantino comprende la franja de territorio situada entre el mar Mediterráneo y las zonas hoy día desérticas de Israel (Néguev), Jordania y Siria. Las evidencias más antiguas sobre la presencia de homininos en el Corredor Levantino datan de hace aproximadamente 1,5 millones de años (yacimiento de Ubeidiya, Israel). No obstante, algún día se localizarán yacimientos más antiguos. El yacimiento de Dmanisi, en la República de Georgia, tiene evidencias de una población de homininos de hasta 1,85 millones de años. Es evidente que al menos una especie del género Homo recorrió el Corredor Levantino antes de esa fecha, para ocupar los territorios próximos a las montañas del Cáucaso.

Muchos prehistoriadores han trabajado en los yacimientos del Corredor Levantino atraídos por su riqueza arqueológica y paleontológica. Los datos acumulados han dado soporte a varias hipótesis sobre las posibles expansiones de los homininos fuera del continente africano a través del Corredor Levantino, cuando las condiciones climáticas lo permitieron. Sin duda, una de esas expansiones (para muchos la primera) ocurrió hace dos millones de años. La última, según la mayoría de los expertos, ocurrió hace unos 100.000 años y fue protagonizada por miembros de nuestra propia especie. Aunque cada día existen más evidencias de la expansión de Homo sapiens por el estrecho de Bab-el Mandeb, al sur de la península de Arabia, entre los actuales países de Djibouti y Yemen, no cabe duda de la influencia del Corredor Levantino en nuestra expansión por todo el planeta.

            La literatura científica sobre los movimientos de las especies de mamíferos a través del Corredor Levantino es interminable. Sin embargo, todos los expertos están de acuerdo en que esos movimientos fueron puntuales, si es que llegaron a producirse. Es posible que las especies del género Homo se movieran por el Corredor Levantino en las dos direcciones, pero es casi seguro que estas migraciones sucedieron también en contadas ocasiones durante en el último millón y medio de años. Las condiciones climáticas impuestas por los ciclos glaciales e interglaciares del Pleistoceno interpusieron una barrera geográfica formidable entre África y Eurasia, formada por el gran desierto que recorre esta región del planeta desde la costa atlántica de África hasta la costa oeste de la península de Arabia. En cualquier caso, el Corredor Levantino se puede considerar un verdadero cruce de caminos entre África y Eurasia, que cobró una fuerza impresionante durante los últimos milenios.

            Los genetistas están descifrando todas y cada una de las variantes del genoma humano. Es solo cuestión de tiempo disponer de toda la información codificada en nuestros cromosomas. Quizá obtengamos respuestas para saber que nos hizo diferentes a los demás homininos. Para muchos expertos, el simbolismo, el arte y todas nuestras sugerentes habilidades cognitivas tendrían su origen en las variantes de ciertos genes, que se extendieron por todas las poblaciones humanas gracias a su considerable valor adaptativo. No deja de ser interesante, sin embargo, constatar que muchos grupos humanos siguen siendo cazadores y recolectores, como lo fueron los primeros representantes de nuestra especie hace 250.000 años. Solo tenemos que pensar en los pigmeos, de las regiones centrales de África, o en los Aché, que todavía viven en Paraguay ¿Cuantas poblaciones siguen en la actualidad bajo los parámetros de la vida del Neolítico? Si recorremos algunos pueblos abandonados de ciertos rincones de España aún podremos encontrar herramientas para sobrevivir de la agricultura y la ganadería en condiciones bastantes precarias. Por el contrario, algunos países ya han conseguido situar artilugios fabulosos en Marte y son capaces de obtener información sobre las condiciones de este planeta ¿Es que existen diferencias genéticas entre los habitantes de los países más desarrollados y los que viven en condiciones de extrema pobreza? Ciertamente no. La genética ha jugado su papel en el éxito evolutivo de nuestra especie, pero el ambiente, medido por la capacidad de intercambio de información, ha sido mucho más influyente. La socialización del conocimiento está jugando un papel importantísimo en el futuro del planeta y de nuestra especie.

            El Corredor Levantino es un ejemplo extraordinario, no solo de lo que ha sucedido en tiempos recientes y que todos conocemos bien por los libros de historia, sino por lo que aconteció en la prehistoria. El Próximo Oriente fue uno de los focos del Neolítico. No me cabe duda de que el intercambio de ideas entre los grupos humanos de la región dio origen a esta gran revolución económica y demográfica, que extendió su influencia con enorme rapidez hacia otros territorios. Pero aún iré más lejos en el tiempo para citar un ejemplo muy notable. Se trata del yacimiento de Qesem, situado a pocos kilómetros de Tel-Aviv. Su antigüedad está muy bien controlada por docenas de datos bien contrastados entre 400.000 y 200.000 años. Las evidencias arqueológicas sugieren que los humanos que habitaron la cueva de Qesem disponían de avances tecnológicos en la fabricación de herramientas notablemente superiores a los que encontramos por ejemplo en la península Ibérica en fechas similares. La situación geográfica del Corredor Levantino fue siempre propicia al encuentro de culturas y al intercambio de información. Sabemos que en este territorio convivieron los neandertales y los humanos modernos, que compartieron genes y conocimientos. Como decía al comienzo del texto, nada es casual. El Oriente Próximo no atraviesa por su mejor momento, pero sus habitantes pueden sentirse orgullosos de haber tenido una influencia decisiva en la prosperidad de los países occidentales de Europa.

 

Conexión China – España.

 
El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolucíón Humana ( CENIEH) y el Instituto de Paleontologia de Vertebrados de Pekín  ( IVPP) firman un acuerdo de colaboración.

El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolucíón Humana ( CENIEH) y el Instituto de Paleontologia de Vertebrados de Pekín
( IVPP) firman un acuerdo de colaboración.

 ¿Qué sabemos de la evolución humana en China?

China es un país con una riqueza cultural extraordinaria, apenas conocida para la mayoría de los occidentales. Los avatares históricos de China no se explican en las escuelas de Europa, sencillamente porque bastante tenemos con aprender los nuestros. Y viceversa; en China tienen suficiente con aprender la enorme diversidad cultural de su larga historia, que tiene sus primeros registros escritos hace unos 3.500 años. Curiosamente, esta cifra es muy similar a la que manejamos para la historia europea, que en la antigua Grecia se cifra entre 3.500 y 4.000 años.

A pesar de que los datos arqueológicos, paleontológicos y genéticos están de acuerdo en aceptar que todos los humanos tenemos un mismo origen, nuestra diáspora por todo el planeta durante más de 100.000 años ha producido diferencias culturales considerables. Tendríamos que empezar por la llamativa cantidad de lenguas que se hablan en la Tierra (entre 6.000 y 7.000, según los expertos). La globalización está llegando a todos los países, pero muchas de las costumbres y tradiciones seguirán vivas durante milenios. Por fortuna, esa riqueza cultural no se perderá, aunque seamos capaces de recorrer 10.000 kilómetros en poco más de doce horas en un vuelo intercontinental. La globalización interesa sobre todo a los aspectos de la economía, pero la idiosincrasia de los pueblos mantiene una inercia muy difícil de romper.

La República Popular China tiene una superficie de más 9.500 millones de kilómetros cuadrados, que dobla con creces la superficie de toda la Unión Europea, y ya está considerada como la segunda potencia económica del planeta. Su crecimiento económico es impresionante y en pocos años se situará a la cabeza de la mayoría de los sectores productivos. La capacidad científica de China en todos los ámbitos será la base que sustentará su primacía mundial. Es muy posible que en pocos años tengamos que aprender a leer y escribir en chino mandarín o en alguno de los dialectos del país para conocer avances científico relevantes.

Todo esto está sucediendo a la velocidad de vértigo que vive la era de las comunicaciones. Nada que ver con lo que ocurría hace apenas un siglo y a años luz de lo que aconteció en la prehistoria. Muy poco se sabe de la primera colonización de China por homininos quizá tan arcaicos como el Homo habilis. Los datos son confusos, escasos y casi siempre controvertidos. Es posible que las primeras poblaciones de humanos procedente de África colonizaran China hace más de un millón y medio de años. Sea como fuere, la intensidad de las fluctuaciones climáticas ocurridas en el último millón de años, con la progresiva desertificación de enormes territorios de Asia, dejaron aisladas a las antiguas poblaciones de China. Antes de que eso ocurriera, no podemos descartar varias migraciones diferentes desde el suroeste de Asia, ni tampoco podemos desechar la hipótesis de alguna migración posterior, procedente de esta misma región o desde el sudeste asiático. Todo ello produjo una variabilidad en las poblaciones del Pleistoceno de China, que solo ahora empezamos a comprender.

Desde el desconocimiento de la prehistoria de China, siempre hemos considerado que su enorme territorio fue poblado por la especie Homo erectus, contemplada como una entidad biológica única, con escasa variabilidad e indistinguible a todos los efectos de la poblaciones del Pleistoceno de África o del sudeste asiático. Una visión demasiado simplista para una vasta región, de  gran riqueza biológica y cultural, que danzó al ritmo impuesto por la climatología cambiante del Pleistoceno Medio y Superior.

Desde que la segunda guerra mundial fracturó de manera dramática las relaciones de muchos países, China permaneció prácticamente aislada del ámbito de la prehistoria y la evolución humana. Atrás quedaban las investigaciones de personalidades como las de Davidson Black, Johan Andersson, Otto Zdansky, Pierre Teilhard de Chardin o Franz Weidenreich en el conocido yacimiento de Chou-Kou-Tien (Zhoukoudian), situado a 40 kilómetros al suroeste de Pekín y desde 1987 reconocido por la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad. Desde entonces, muy pocos occidentales han tenido ocasión de conocer de cerca los innumerables hallazgos realizados en China, la mayoría publicados en chino mandarín y en revistas científicas de este país. La enorme riqueza de la prehistoria de China no ha podido ser valorada en su justa medida desde los países occidentales. Científicos chinos, como Pei Wenzhong (ligado a la dirección de las excavaciones en Zhoukoudian), Rukang Wu o Wu Zinzhi, han pasado casi inadvertidos para la prehistoria mundial. El aislamiento político de China ha sido un factor decisivo en ese desconocimiento mutuo que, por fortuna, comenzó a romperse hace más de quince años.

Ciertamente, las investigaciones sobre la prehistoria y la evolución humana de China de las últimas décadas del siglo XX han estado condicionadas por cuestiones ideológicas y estancadas en un paradigma obsoleto. La riqueza, diversidad y peculiaridad del registro arqueológico y paleontológico de China merecen un estudio profundo, que se engarce con lo que se conoce en África y Europa. En China existe una gran diversidad biológica de sus poblaciones más primitivas, que puede distinguirse de la diversidad de los homininos que vivieron en las islas del archipiélago de Indonesia o en el llamado continente de Sunda, cuando las islas se unían al continente durante los descensos del nivel del mar en las épocas glaciales. Los homininos de China pudieron vivir aislamientos prolongados con persistencia de poblaciones arcaicas, y llegadas de nuevos pobladores, que tal vez hibridaron con los grupos autóctonos o los desplazaron de sus hábitats naturales. Todo está por conocer y es casi seguro que la atención de las ciencias prehistóricas desvíen su atención hacia China y otras regiones del lejano oriente en los próximos decenios, como ya sucedió en los años 1920 y 1930, tras el hallazgo del fabuloso complejo de Zhoukoudian.

María Martinón-Torres y josé María Bermúdez de Castro conversan con el Profesor Wu Zhinzi. A pesar de sus 84 años sigue realizando investigaciones en el IVPP de Pekin.

María Martinón-Torres y josé María Bermúdez de Castro conversan con el Profesor Wu Zhinzi. A pesar de sus 84 años sigue realizando investigaciones en el IVPP de Pekin.

La colonización de Europa

 

 

Foto: Jordi Mestre/IPHES

Desde hace unos días, la prehistoria europea tiene un nuevo foco de atención. El diente hallado en el yacimiento de Barranco León, en la cuenca de Guadix-Baza (Granada), ha sido protagonista de la sección de ciencias de algunos medios de comunicación. Este diente fósil ha sido una buena excusa para que todos los especialistas volvieran a mirar hacia un lugar de enorme importancia para el estudio del Cuaternario, pero plagado de luces y de sombras. Para muchos (entre los que me cuento) la Cuenca de Guadix-Baza y sus yacimientos más emblemáticos (Barranco León, Fuente Nueva y Venta Micena) representa el conjunto más importante de Europa para las investigaciones sobre los primeros estadios de la evolución humana de nuestro continente. Para otros, se trata de un lugar maldito, donde se ha escrito una de la páginas más truculentas y absurdas del ámbito científico dedicado al estudio de nuestros orígenes. Remito al lector a rebuscar en internet docenas de entradas sobre los fósiles de Orce, que le permitirán conocer el entramado de la triste historia de este lugar y de sus protagonistas. Una historia que comenzó allá por los primeros años ochenta del siglo pasado y cuyos rescoldos amenazan aún la posibilidad de restaurar de manera definitiva la credibilidad internacional de unos yacimientos extraordinarios.

Con nostalgia recuerdo mis primeros pasos como aprendiz de científico. En el año 1982 aún no pertenecía al Equipo Investigador de Atapuerca, cuando se produjo la noticia de un hallazgo espectacular en el yacimiento de Venta Micena. El descubrimiento de un posible resto humano en este lugar supuso una salto cualitativo de primera magnitud en la historia de la primera colonización de Europa. La mandíbula de Mauer, que durante casi ochenta años había ostentado la primacía de ser el fósil humano más antiguo de Europa (aproximadamente 600.000 años), quedó empequeñecida ante la antigüedad del resto de Orce. El yacimiento de Venta Micena podía superar el millón y medio de años.

Lo que sucedió después ha sido recogido en numerosos textos científicos y de divulgación, tanto por los protagonistas antagónicos de la polémica suscitada a raíz del estudio de aquel resto como por docenas de personas ajenas al debate científico y técnico de dicho estudio. Es más, por parte de unos y otros, el complejo de yacimientos de Atapuerca fue como un espejo en el que había que mirarse. La mediación en el problema con la mejor de las intenciones de mi mentor y primer director de los yacimientos de Atapuerca, el Profesor Emiliano Aguirre, fue quizá el desencadenante de una situación muy incómoda para todos. A partir de entonces, muchos se empeñaron en comparar Orce y Atapuerca como yacimientos rivales, que intentaban por todos los medios batir registros de antigüedad e importancia. Por fortuna, quienes nos conocen bien a unos y otros saben que esa presunta rivalidad no existe y que fue diseñada con una finalidad concreta. La sierra de Atapuerca tiene sus maravillosos tesoros científicos y la Cuenca de Guadix-Baza los suyos. Es más, la información sobre el Pleistoceno Inferior es mucho más completa en Orce, mientras que el final de este período y el Pleistoceno Medio tienen una riqueza extraordinaria en Atapuerca. Si sumamos el potencial de los dos yacimientos podemos decir que estamos ante uno de los conjuntos más importantes del mundo para el estudio de la evolución humana.

Pero vayamos al presente, pasando página y colocando cada cosa en su lugar. El trabajo que se acaba de publicar sobre el yacimiento de Barranco León contiene un resumen de cuanto se conoce sobre este yacimiento. Está firmado por un buen número de científicos, entre los que nos encontramos algunos de los componentes del Equipo Investigador de Atapuerca. A muchos les ha llamado la atención este hecho ¿Cuál es la razón de su sorpresa? Se trata simplemente de una colaboración entre científicos españoles, que aspiramos a conocer mejor la realidad de nuestros orígenes. La Ciencia tiene que ser objetiva y solo persigue conocer describir y entender la realidad. Los científicos, como los demás seres humanos, somos quienes nos empeñamos en desvirtuar los ideales que deben de presidir nuestro trabajo.

El nivel D del yacimiento de Barranco León ha proporcionado más de 1.200 herramientas de sílex y cuarcita, centenares de restos de al menos catorce especies de grandes vertebrados ya extinguidos y de fósiles pequeños mamíferos, claves en la determinación de la antigüedad de este sitio. Las dataciones se han realizado mediante una variante del método del ESR (barrido de resonancia electrónica), que se basa en la radioactividad del aluminio y el titanio contenido en los granos de cuarzo. Cuando los granos de cuarzo se estimulan con haces de luz, podemos medir el tiempo que estos elemento han estado enterrados sin recibir la luz solar. Este método todavía se está perfeccionando y los resultados obtenidos varían entre 1,02 y 1,73 millones de años. Demasiado margen entre la cifra más vieja y la más reciente. Es por ello que los revisores anónimos del trabajo han puesto muchas objeciones a las conclusiones y en particular a la más importante ¿Realmente estamos ante las evidencias más antiguas de la presencia humana en Europa? No olvidemos que la mandíbula humana hallada en el yacimiento de la cueva de la Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca ha sido datada en aproximadamente 1,2 millones de años.

Por fortuna, el yacimiento de Barranco León cuenta con otras evidencias para aproximarse a su verdadera edad geológica. Las especies de mamíferos de gran tamaño nos hablan de esa antigüedad. Es más, la ausencia de algunas especies también es significativa. En particular, los jabalíes desparecieron de Europa hace 1,7 millones de años y no volverían a pisar estas tierras hasta hace 1,2 millones años. En Barranco León no hay ni rastro de estos animales. Pero los datos más convincentes proceden del estudio de los fósiles de varias especies de ratones. Los expertos en el estudio de estos pequeños roedores son capaces de determinar si una especie es más antigua que otra. No tienen datos numéricos, pero si dataciones relativas. Y los ratones de Barranco León parecen más antiguos que los de la Sima del Elefante. Hace 1,4 millones de años, un niño o una niña mudó uno de sus dientes de leche y la fortuna quiso que se conservase hasta el presente. Ese dato y los varios cientos de herramientas halladas en el yacimiento de Barranco León permiten llevar hacia atrás la fecha de la primera presencia de seres humanos en Europa occidental.

Algunos yacimientos europeos, como los de Pont-de-Lavaud y Lézignan-la-Cèbe, en Francia, o Pirro Nord, en Italia, anuncian dataciones aún más antiguas para las herramientas de piedra halladas en ellos. Pero los datos aún no convencen a la comunidad científica. Con todo ello, la entrada de los primeros colonizadores europeos posiblemente irá retrocediendo, cuando menos hasta 1,5-1,6 millones de años. Es cuestión de paciencia y saber esperar. El registro fósil de homininos es muy escaso en esta época, tal vez porque los humanos de entonces vivían al aire libre y apenas visitaban las cuevas. La probabilidad de que los restos óseos de los homininos se conserven en campo abierto es muy baja. Pero todo llegará. Algún día aparecerán esos restos y la Cuenca de Guadix-Baza tiene muchas papeletas. Entonces sabremos si Homo antecessor fue la primera especie en pisar tierras europeas, o si los especialistas tendrán que buscar nuevos nombres para describir especies humanas diferentes.

 

El refugio de los neandertales

Neanderthal child from Gibraltar (Anthropological Institute, University of Zürich). Model reconstruction: (E. Daynès, Paris) 

El modelo de la “Frontera del Ebro” pierde apoyo científico

Mucho se ha debatido sobre las causas de la extinción de los neandertales. Ninguna hipótesis ha tenido nunca una aceptación unánime. La discusión puede centrarse en dos alternativas: auto-extinción versus extinción por competencia con Homo sapiens. Se seguirá discutiendo, muchas veces en el terreno de la especulación. Pero, por encima de todo, tenemos que aceptar hecho sorprendente. La desaparición de los neandertales fue muy rápida en términos de tiempo geológico, tras la irrupción de las poblaciones de nuestra especie en tierras del continente europeo hace algo más de 45.000 años. Este hecho quizá resulta aún más extraño sabiendo que los neandertales frenaron la expansión de las poblaciones modernas fuera de África en el Corredor Levantino durante nada menos que 50.000 años. Es más, los genetistas aseguran que durante ese largo período fuimos algo más que especies hermanas. Hibridamos con ellos y tuvimos descendientes. Según las estimaciones de los especialistas, las poblaciones euroasiáticas y las americanas llevamos entre un uno y un cuatro por ciento de genes neandertales en nuestro patrimonio hereditario. Se ha hablado mucho sobre la posibilidad de “resucitar” a un neandertal a partir de fragmentos de su genoma recuperados en restos fósiles, cuando en realidad ellos ya viven en nosotros.
Es muy posible, de acuerdo con datos recientes, que las poblaciones de nuestra especie colonizaran varias regiones de Eurasia hace más de 100.000 años, después de atravesar el estrecho de Bab el-Mandeb. Sin embargo, la resistencia de los neandertales en el Corredor Levantino fue tenaz. Finalmente, y por razones que todavía se desconocen, los miembros de nuestra especie rompimos el cerco y nos lanzamos hacia la colonización de Europa. Atravesamos los estrechos del Bósforo y Dardanelos y remontamos el Danubio, cruzamos por el Cáucaso y bordeamos el mar Negro. Ya nada nos detuvo. Nos faltan yacimientos y datos para poner fecha a este suceso de la prehistoria, pero el avance de Homo sapiens pudo producirse hace unos 45.000 años o quizá antes.
En cambio, los países de las regiones más occidentales de Europa están repletos de yacimientos, simplemente por el hecho de que esos países han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la arqueología del Pleistoceno. Mediante dataciones por el método del carbono-14 corregido a partir de las llamadas curvas de calibrado, las fechas de los yacimientos más antiguos con restos arqueológicos y/o paleontológicos de Homo sapiens rara vez supera los 42.000 años. En ese tiempo, los neandertales están desapareciendo por completo de Europa y de una manera muy rápida. Parece que ni siquiera hubo tiempo para la aculturación, como se ha pretendido ver en algunos yacimientos.
La península Ibérica, sin embargo, ha sido considerada desde siempre como el último refugio de los neandertales. La cueva de Gorham, en el peñón de Gibraltar, se ha considerado como el último bastión de la resistencia de los neandertales antes de su desaparición definitiva de la faz del planeta. Este dato está sin duda lleno de simbolismo y eleva el drama de la extinción de esta especie al rango de resistencia heroica.
La hipótesis del refugio en la península Ibérica está basada en las dataciones obtenidas en muchos yacimientos localizados al sur del río Ebro. La mayoría de esos yacimientos están cerca de la costa del Mediterráneo (El Salt, Cueva Antón, Nerja, Zafarraya, etc.) o en la costa del Atlántico (Gato Preto ó Pego do Diablo). Es más, el conocido investigador Joâo Zilhâo acuñó en 2000 la expresión “Frontera del Ebro”, para explicar su modelo sobre la detención hace unos 40.000 años del inexorable avance de nuestra especie hacia la mayor parte de las regiones de la península Ibérica ¿Qué detuvo ese avance? Una incógnita más sobre lo que sucedió en Europa durante ese tiempo. Mientras el resto de continente tiritaba de frío por los efectos de la última “Edad del Hielo”, la península Ibérica se libraba de los efectos de la glaciación y muchas especies encontraban un refugio donde prosperar ¿Fue esto lo que sucedió con los neandertales?, ¿Por qué las poblaciones de Homo sapiens no se aprovecharon de esta circunstancia y se quedaron en el norte?
El último trabajo dirigido por el arqueólogo Tom Higham, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of USA (año 2013, edición previa online) nos ofrece una respuesta bastante convincente, aunque no es la que todos hubiéramos esperado si miramos la prehistoria de una manera romántica. Todas las dataciones de los yacimientos situados al sur del Ebro pueden ser erróneas. El grupo de científicos que firma este trabajo, encabezado por Rachel Wood (geocronóloga del equipo de Higham) explica los posibles errores cometidos en la datación de esos yacimientos, en su mayor parte debido a la utilización de muestras inadecuadas. Rachel Wood ha utilizado muestras orgánicas de colágeno conservadas en restos de animales procedentes de los yacimientos de Zafarraya, en Granada, y Jarama VI, en Madrid. Sus datos son nada menos que 10.000 años mas antiguos que los obtenidos en trabajos anteriores.
Si extendemos las conclusiones que se derivan de este trabajo a otros yacimientos situados al sur del río Ebro, tendríamos que aceptar una visión diferente a la que hemos tenido como buena en los últimos años. La península Ibérica no fue ni un refugio ni el último bastión de la resistencia de los neandertales ante la expansión de nuestra especie. Los neandertales desaparecieron del sur de Europa casi la mismo tiempo que lo hacían en el resto del continente. Fue cuestión de unos pocos cientos de años, sin tiempo para la convivencia o la aculturación mutua de dos especies hermanas, separadas por determinadas circunstancias hace seguramente más de medio millón de años. Su reencuentro fue fugaz y su posible “rivalidad ecológica” resultó fatal para los neandertales.
Algunos colegas prefieren no generalizar los resultados obtenidos en Zafarraya y Jarama VI. La prudencia es siempre buena consejera en el ámbito científico. La ciencia es, por definición, conservadora. No obstante, los avances se consiguen siempre cuando se dan pasos adelante y se trata de atravesar sin miedos las fronteras del conocimiento. En un futuro no muy lejano se datarán de nuevo todos los yacimientos de la península Ibérica. Habrá mejoras en los métodos y muestras más fiables. La respuestas vendrán con rapidez. Si la hipótesis que el equipo de Higham y Wood han puesto encima de la mesa se confirma, tendremos que volver a retomar la cuestión de la extinción de los neandertales bajo la perspectiva de una desaparición casi fulminante en términos de tiempo geológico.

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